La Palabra de Dios dice que si una raíz de amargura está en tu corazón, no es algo que se queda estancado. Es un veneno infeccioso que crece y se extiende a través de todas tus relaciones. Tener amargura afectará tu relación con Dios, tu familia y la gente. La amargura es siempre una elección. A menudo es una reacción a los obstáculos de la vida.