El propósito de la presencia es que la Palabra de Dios sea manifestada. La presencia no puede ir separada de la Palabra. Las dos van juntas. Si no estamos en la atmósfera adecuado nuestros dones y llamado no se desarrollarán a su máximo potencial. Dios crea atmósferas intencionalmente, formadas y diseñadas para que crezcamos. Él crea aquello que nos sostendrá.